La evolución de los bolsos
Hoy se usan por utilidad, como accesorios y hasta como símbolo de status social, sin embargo la existencia de los bolsos de mano es tan antigua que vale la pena recordarla.
Los orígenes nos remontan a las sociedades nómadas que por razones cien por ciento funcionales utilizaban una especie de bolso de mano hechas de pieles de animales o de hojas que les era de extrema utilidad en sus actividades de recolección de alimentos y caza. A los bolsos hechos de cuero se le conocía con el nombre de Alforje. Igualmente durante la antigua civilización egipcia, era común el uso de distintos tintes naturales que los egipcios usaban en el rostro y que guardaban en bolsas que amarraban en la cintura, usando igualmente los bolsos para transportar alimentos y amuletos. Del mismo modo los griegos, 500 años antes de Cristo, usaban bolsos durante sus largos viajes, al igual que en la antigua Roma en donde las mujeres usaban pequeñas bolsas de piel llamadas bursa.
Ya para la edad media se comenzó a distinguir entre los bolsos de uso común y los bolsos que la gente perteneciente a las altas esferas de la sociedad utilizaban, siendo las primeras de piel de ciervo o de puerco y las segundas de telas bordadas, sin embargo no estaba el uso de éstas estereotipadas a las mujeres, sino que su uso era común tanto en hombres como en el sexo femenino.
Durante el renacimiento los bolsos adquirieron un significado de status y poder, ya que se habían convertido en medios para la expresión artística y la exhibición de bordados y piedras preciosas.
Más adelante y a causa de la revolución industrial y la consecuente fabricación en masa, los materiales, las formas y las variedades de los bolsos se ampliaron, siendo la moda victoriana la que introdujo la idea de combinar el uso de las bolsas con los atuendos.
Cuenta Sebastian Zelaya que en el siglo XIX, el estilo imperio vio vestidos tan rectos y cercanos al cuerpo que no podía llevar nada debajo de ellos y en consecuencia tuvieron que diseñarse bolsos pequeños que se sostuvieran en una mano. A este bolso se le llamaba ‘reticule’ en francés, señalando que es el primer antecedente real de las bolsas como hoy se conocen. Después, con el principio de los viajes en automóvil, en barcos transatlánticos y en trenes, se inventó el equipaje de mano más práctico y funcional, siendo éste cuadrado y adicionado con un asa. El invento se le debe a Louis Vuitton.
Hoy día las bolsas se fabrican en infinidad de materiales y su hechura ya no corresponde sólo a las casas de alta costura aunque sigue habiendo algunas icónicas como la Birkin de Hermès de 1984 (diseñada para Jane Birkin por Jean-Louis Dumas), la Jackie de Gucci o bien la Lady Dior, nombrada en honor a Diana de Gales.
El perro y el hombre
Se cree que es el perro probablemente el primer animal que haya sido domesticado por el hombre y que la relación estrecha entre animal y bípedo ha existido desde al menos unos diez mil años atrás, aunque se han encontrado huesos caninos enterrados con huesos humanos que provienen de hace 13mil años. Todos los perros domésticos pertenecen a la especie Canis lupus familiaris y están emparentados con lobos, chacales y zorros. De hecho existe la creencia (no generalizada) de que todos los perros provienen del lobo del sudeste asiático.
Respecto de su relación con los humanos, muchos estudios han demostrado que los perros pueden entender a los humanos aún sin haber sido entrenados para ello, siendo esta característica junto con el hecho de que el hombre haya desarrollado una capacidad de entender ciertas expresiones corporales y auditivas del perro, que la relación entre ambos haya sido larga y próspera a través de los siglos. En este sentido, según National Geographic, estudios de la Asociación Americana de Psiquiatría revelan que el 86% de los propietarios de mascotas caninas revelan que éstos tienen un impacto positivo en su salud mental, mientras que el 90% considera a su perro como un miembro de la familia.
Del mismo modo, la relación hombre-perro no sólo es de compañía sino que ha sido de apoyo mutuo, siendo algunas razas de perro muy útiles para la seguridad, el rescate, la ayuda a la caza, el apoyo a seres con discapacidad visual o el cuidado del rebaño. Más aún, es tanta la sensibilidad de los perros y tan grande la conexión emocional que pueden tener con sus dueños que estudios recientes han demostrado que ciertos comportamientos y reacciones químicas de los humanos pueden ser detectadas por los canes, siendo capaces de percibir y detectar sentimientos de alegría, miedo o enfado de parte de sus dueños, afirmando el psicólogo Clive Wynne del Colaboratorio de Ciencia Canina de la Universidad de Arizona, según artículo distinto de NatGeo, que los perros pueden adoptar tanto la calidez y alegría de sus dueños, como el estrés y la ansiedad de éstos, creyéndose que la transmisión de emociones depende de la emisión de ciertas hormonas por parte de los humanos que activa ciertas neuronas del lado de los perros. En este sentido, un estudio de Frontiers in Psychology encontró que el nivel al que ocurre el contagio emocional entre humanos y perros se incrementa a medida que pasan más tiempo compartiendo el mismo entorno.
Asimismo, asegura el mismo artículo de NatGeo, que un estudio publicado en 2018 en la revista Learning & Behavior descubrió que los perros responden con cambios en su mirada y ritmo cardíaco a seis emociones básicas expresadas en las caras de los humanos, a saber: enfado, miedo, felicidad, tristeza, sorpresa y disgusto.
Finalmente menciona también History por otro lado, con base en un estudio publicado por la revista Science, que algo en lo que casi todos los científicos coinciden es en que los perros fueron quienes promovieron esta relación de unión con el hombre, domesticándose a sí mismos a cambio de una alimentación mejor a la que podían conseguir por sus propios medios, aprovechando el hombre a su vez para prepararlos en la caza, el pastoreo y la guardia, siendo esta alianza según ciertas investigaciones la que permitió al humano moderno imponerse a los neandertales y así convertirse en agricultor.