024 The Coolture
Cuando la NASA se preocupó de estar realizando publicidad ilícita y otros casos exitosos en que una marca ha sido asociada a celebridades, profesiones e incluso personajes ficticios.
Los astronautas y su fascinación por los Corvette
Son muchas las veces que las marcas se han asociado con figuras públicas tales como deportistas, celebridades, modelos o incluso instituciones para tener una mayor penetración de mercado y mandar un mensaje de status y pertenencia al cliente objetivo al que quieren dirigirse, resultando en que algunas de estas asociaciones aun cuando sean pasajeras o de corto plazo causen un impacto inmediato de grandes dimensiones.
Hoy te contamos la historia de una visión de negocio de General Motors (“GM”) que resultó en una fructífera relación entre los astronautas y su deportivo insignia, el Corvette, en los años en que la carrera espacia estaba en pleno apogeo.
Todos cuando fuimos niños tuvimos la ilusión de cuando creciéramos convertirnos en protagonistas de alguna actividad idílica, como jugadores profesionales, bailarinas de ballet, cantantes, estrellas de rock, diseñadoras de muñecas, cineastas u otras, yo por ejemplo, lo primero que recuerdo haber querido ser, fue detective privado y muchos otros amigos lo que soñaban, al igual que miles de niños alrededor del mundo, era ser astronautas.
Corría el año 1961 y el sueño de convertirse en astronauta estaba más en boga que nunca, la carrera espacial, tocar el espacio y el sueño de llegar a la luna eran temas que estaban en el imaginario colectivo y enfrascarse en uno de esos trajes herméticos que te permitían sobrevivir a la gravedad cero resultaba un destino súper tentador. Yuri Gagarin a bordo del Vostok 1 se había convertido el 12 de abril de 1961 en la primer persona en ir al espacio, hazaña que le valió convertirse en Héroe de la entonces Unión Soviética que era la máxima distinción que el citado estado socialista otorgaba y la cual incluía la Orden de Lenin (la más alta condecoración civil) y, como señal de excelencia, la medalla de la Estrella Dorada con el certificado de la hazaña.
En mayo de ese mismo año, con ánimo voraz de no quedarse atrás, Estados Unidos lanzaba la Freedom 7 como primer vuelo tripulado del Proyecto Mercury-Redstone 3, convirtiendo a su astronauta Alan Shepard en el segundo hombre en ser lanzado al espacio y quien más adelante se convertiría en el quinto hombre en pisar la Luna. Cuando Shepard volvió a la tierra, GM para conmemorar su hazaña le obsequió un Corvette 1962.
Contexto: Corvette se fabricaba desde 1953 y la versión de 1962 fue el último modelo de su primera generación identificada como C1 y caracterizada como eje rígido, por la ausencia de suspensión trasera independiente. Asimismo, debe considerarse que Corvette representaba el anhelo americano de demostrar sus facultades para crear un deportivo que igualara o mejorara los entregables de los deportivos europeos que por mucho lidereaban la escena. La creación de este hoy emblemático automóvil y su diseño original se le deben a Harley Earl. En 1953 se produjeron sólo 300 unidades, todas construidas y montadas a mano y todas configuradas en color blanco polar, descapotables, con interior de cuero rojo y rines de chapa de 15 pulgadas.
Para Shepard el obsequió no significó su primer deportivo, pues ya cuando se unió programa espacial en 1959 era dueño de al menos un Corvette 1957, aunque se dice que llegó a tener al menos diez durante su vida, pero sí significó el inicio de una conexión entre Corvette y astronautas que duraría casi 10 años. ¿por qué la afición a Corvette? bueno, según explicó John Dillon TR III siendo ingeniero de seguridad en el Centro Espacial Kennedy, por esas épocas todos los astronautas eran pilotos de prueba … “Volaban en cazas y moverse en coches de alto rendimiento, afinaba la conducción y la aceleración y así sucesivamente…”, consecuencia de esta naciente conexión Corvette-astronauta fue que al poco tiempo Ed Cole, por entonces vicepresidente del grupo General Motors (y quien fuera su presidente desde 1967 hasta su retiro en 1974 y fallecido en un accidente aéreo en 1977) se presentó con su propio Corvette blanco con un diseño de interiores personalizado que se inspiraba en la era espacial.
La conexión pudo haber quedado ahí, pero por esos años Jim Rathman, piloto profesional que había ganado las 500 millas de Indianapolis en 1960 había abierto una concesionaria de Chevrolet-Cadillac en Melbourne, Florida muy cerca del centro espacial y fue la visión de éste que contagió a Ed Cole y su equipo para que GM firmara un contrato de arrendamiento por un dólar con todos los astronautas para que éstos eligieran el auto de casa que quisieran, resultando en que por supuesto todos, menos John Glenn, eligieran un flamante Corvette, afianzando la conexión de la marca con los valientes navegantes del espacio, lo que desde luego, dada la enorme aceptación y admiración que estos provocaban al general de la población, convertía a Corvette en un auto aún más emblemático, exclusivo y aspiracional.
La conexión, no establecida mediante ningún acuerdo comercial con la NASA (prohibido) siguió vigente y en 1969 tres astronautas del Apolo 12 se hicieron a través de Rathman de sendos Corvettes String Ray 427 color dorado con 390 CV
y en 1971, pese a las preocupaciones de la NASA de poder estar realizando publicidad ilícita, tres tripulantes del Apolo 15 posaron con sus deportivos acompañados de una versión de entrenamiento del vehículo lunar Rover que por supuesto usaba un sistema de movilidad construido por GM. Estos tres nuevos modelos de Corvette de los tripulantes del apolo 15 fueron elegidos en blanco, rojo y azul, cada uno a juego con franjas en el capo de los dos colores restantes para representar la bandera estadounidense.
En 2011 se celebraron los 50 años del vuelo espacial de Shepard donde 30 de los astronautas aún con vida participaron en un conmemorativo desfile a bordo de un Corvette relacionado a la generación existente en el momento su misión.
Otras Historias
Algunos otros casos de éxito que han conectado a figuras públicas con marcas reportando increíbles beneficios para todas las partes, son las siguientes:
Nike y Jordan
Una legendaria y que vió la pantalla hace muy poco bajo la dirección de Ben Affleck en el largometraje Air, es la lograda por Nike de Phil Knight con el astro del baloncesto Michael Jordan que transformó para siempre la cultura de los tennis o zapatillas deportivas y elevó los números de Nike a niveles nunca antes alcanzados, mientras que convirtió a Jordan en el deportista mejor pagado del mundo, sin jugar. Esta relación ha existido desde los 80´s.
Samsung y BTS
Samsung logró llegar a la base de jóvenes, relacionando su Galaxy S20 con la boy band asiática BTS, logrando vitalizar su producto a través de los videos promocionales de los primeros.
Adidas y Kanye
Una más es esta que probablemente sea en buena medida culpable del exitoso secondary market que existe en el mundo de los tennis, y es la protagonizada por Adidas y Kanye West quienes se asociaron para el lanzamiento de los Yeezy Boost. La influencia e imagen de Kanye asociados a la marca impulsaron la demanda mientras que una estrategia de escasez los convirtió en un artículo de culto que desde luego benefició a ambas partes en cifras multimillonarias.
Clooney y Nespresso
Nespresso acertó al convertir en 2006 a George Clooney como su imagen a nivel mundial, lo que ayudó, gracias a su fama, carisma y perfil a que Nespresso atrajera a clientes de perfil sofisticado y adinerado, incrementando sus ventas y destacándose de sus competidores, lo que también dejó beneficios monetarios a Clooney que se hizo con un porcentaje de las ventas.
James Bond y Aston Martin
Finalmente una asociación icónica, clásica y añeja es la que protagonizada por Aston Martin, culpable de producir algunos de los autos más bellos del mundo y el distinguido miembro del servicio secreto James Bond (de quien hablamos en The Coolture 007), siendo ésta quizá la más tradicional conexión de una marca con un personaje ficticio.
Pese a que el origen de la conexión tiene su origen en la novela de Ian Fleming, quien relató “A Bond le habían ofrecido el Aston Martin o un Jaguar 3.4. Se había quedado con el DB III. Cualquiera de los dos coches se habría ajustado a su imagen: joven adinerado y bastante aventurero con gusto por las cosas buenas y rápidas de la vida”, Bond alcanzó su fama gracias a la cinematografía y en ésta las cosas no siempre fueron así.
La relación entre el agente y la casa británica de motores comenzó hace más de 50 años en 1964 cuando se rodaba la tercer película de la serie, Goldfinger. En esta cinta protagonizada por Sean Connery, Bond pregunta a Q por el Bentley que usará para su misión, a lo que el inventor y encargado del desarrollo de las armas en el MI6 le responde categóricamente “me temo que ya ha pasado su momento”, develándose a Bond un hermosísimo DB5 ultra cargado con diversos accesorios.
Cuenta la historia que Ken Adams que trabajaba como diseñador de producción en el filme quería apegarse mucho a la novela de Fleming y aunque en ésta Bond manejaba efectivamente un Bentley, también se hacía mención a un Aston Martin , sin embargo el presupuesto para Goldfinger era un poco menos que ínfimo para un filme de las características y desde luego no era suficiente para hacerse de un Aston Martin, por lo que la instrucción recibida había sido que se usara un Jaguar e-Type roadster, sin embargo Adam no estaba contento con esto y no se dió por vencido y rogó por largo tiempo a la marca para que participaran en la película, logrando al final que les prestaran un DB5 Silver Birch, mismo auto que ha protagonizado 8 filmes de la saga, incluyendo el último protagonizado por Daniel Craig de 2021 en la que aparecen el DB5, el V8 Vantage, el DBS Superleggera y el Valhalla.
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