En el trajín de la vida diaria, es común, al menos a mi me pasa, que damos las cosas e instrumentos de uso habitual como dados y naturales, sin detenernos a pensar que el ser humano no siempre vivió de la misma forma ni tuvo a mano tantos utensilios que facilitan la vida.
Te platico un poco de dos “herramientas” que usamos día a día y que son muy nuevos considerando la historia de la humanidad.
Hoy no imagino y seguro nadie, la vida sin cepillarme los dientes, pero hace no tantísimo tiempo no existía el cepillo de dientes como todos lo conocemos, ni hablar de la pasta, el hilo o el enjuague bucal, hoy tan normalizados y poco apreciados conscientemente por ser algo que tenemos entendido. De hecho ahora que lo escribo pienso en todas aquellas veces que jugando he hecho el ejercicio de nombrar tres cosas que te llevarías a una isla desierta y yo al menos tengo tan normalizado el instrumento de limpieza que no recuerdo nunca haberlo enumerado dentro de mis opciones, siendo que desde luego sería súper básico.
Pese a que los palos o varillas para limpiar los dientes existen desde varios siglos antes de Cristo, el primer cepillo de dientes fabricado en serie fue creado por William Addis a quien se le suele considerar el inventor del cepillo de dientes y esto solo data de 1780. La empresa fundada por Addis existe hoy día.
Resulta que el británico William Addis (1774) fue encarcelado por provocar un motín, estando en la cárcel acostumbraba asearse los dientes como se estilaba en la época, usando un trapo, un poco de hollín y un poco de sal, sin embargo, imagino que era un hombre de mente inquieta que buscaba a través de la observación de lo común, buscar mejoras para resolver problemas (que es así como funciona la mente de quienes han inventado en la historia cosas sencillas pero que han facilitado enormemente la vida de los hombres, un ejemplo que me encanta en este sentido es el clip). Addis observó a un hombre que usaba una escoba para barrer el suelo y decidió que podía haber una forma mejor de limpiar los dientes, inspirándose en la escoba William Addis guardó un pequeño hueso de una de las comidas, le perforó pequeños agujeros en un extremo y haciéndose amigo de algún guardia obtuvo algunas cerdas de cerdo, mismas que ató en pequeños mechones y las metió a través de los agujeros con un poco de pegamento. Al instrumento de Addis se le conoce como el cepillo de dientes original inventado en Europa.
El británico salió al poco tiempo de prisión y fundó su empresa para fabricar cepillos de dientes en masa. Por supuesto amazó una gran fortuna.
Como en todo el hombre siempre busca la mejora y el cepillo de dientes no fue la excepción y fueron las cerdas donde el cepillo de dientes experimentó cambios más relevantes. En la década de 1900 se comenzaron a usar fibras sintéticas y para 1927 se creó el primer cepillo de dientes con mango de plástico. La industria ha evolucionado tanto que hoy día existen cepilos eléctricos, cepillos angulares y otros tanto que brindan mayor alcance, beneficios o cepilladas más efectivas, pero no todo sucedió tan rápido.
Cuando comenzó la producción en masa de cepillos de dientes Addis utilizó pelo de caballo, pelo de cerdo y plumas en sus cepillos de dientes, mientras que en Estados Unidos cuando la producción en masa comenzó se utilizaban cerdas de jabalí siberiano.
No fue sino hasta 1938 que Dupont de Nemours introdujo las cerdas de nailon, mismas que se convertirían en la norma para la década de 1950, cuando los mangos también comenzaron a fabricarse con materiales termoplásticos y las cerdas a colocarse en filas de tres y más juntas que antes.
Cambiando de tema, otro utensilio que forma parte de nuestra vida diaria son las tarjetas de crédito y aunque el concepto de crédito es bastante más antiguo, no lo es así la historia de las tarjetas como las conocemos.
Resulta que a mediados del siglo XX hubo un hombre, cuyo nombre me recuerda al protagonista de Nip/Tuck, que se llamaba Frank McNamara, un hombre de negocios que tras haber invitado a cenar a unos clientes, notó que había olvidado su billetera. La vergüenza y la necesidad de que esto no le sucediera de nueva cuenta lo llevaron a idear una tarjeta que permitiera a la gente cobrar por las comidas en varios restaurantes y como todos bajó el balón con sus asesores y amigos, en este caso, lo hizo con Ralph Schneider (su abogado), y con su amigo, Alfred Bloomingdale, a quien se le conoce como el padre de la tarjeta de crédito. El resultado fue que en 1950, lanzaron la tarjeta Diners Club, la cual en principio fue diseñada para pagar las facturas de los restaurantes.
Cuenta la historia que la tarjeta, que estaba hecha de cartón, fue aceptada en 14 restaurantes de la ciudad de Nueva York y fue recibida con gran éxito por los consumidores, logranbdo que en un año más de 20.000 personas usaran tarjetas Diners Club.
Unos años después desde luego la idea evolucionó y la gente con dinero tomó la oportunidad para incrementar el negocio, así la primera tarjeta de crédito emitida por un banco fue presentada por los bancos de California en 1958 y se le conoció como la BankAmericard, que más tarde se convertiría en el sistema Visa.
La novedad de estas tarjetas fue que ofrecían un sistema de crédito rotativo que permitía a los usuarios mantener un saldo de un mes a otro transformando los servicios bancarios al proporcionar un método eficiente para que los consumidores hicieran compras y pidieran dinero prestado, lo que a su vez condujo que se crearan compañías distintas que fomentarían un mercado competitivo que estimularía las innovaciones en la tecnología y los servicios de las tarjetas de crédito.
Un dato curioso y que por fortuna se superó rápido es que antes de la década de 1970, obtener una tarjeta de crédito para las mujeres era un tema complejo ya que se requería un cosignatario masculino para acceder al crédito. Afortunadamente en 1974 llegó con la Ley de Igualdad de Oportunidades de Crédito, que decretó la ilegalidad de la discriminación contra las mujeres.
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Espero que que tengas excelente fin de semana, valores tu cepillo de dientes y no firmes más de lo que tienes.
Saludos,
Si de herramientas se trata, no debemos pasar por alto la que es el origen de todas, no obstante que no la comprendemos en su totalidad y de la que Hippocrates dijo, que es una de las creaciones más complejas y enigmáticas y, a la vez, perfectas del universo, EL CEREBRO HUMANO