Es miércoles y está bien hablar de temas literarios. El lunes estuve dando una vuelta rápida en el Péndulo, ese extraordinario rincón de libros y café y encontré una publicación reciente de Acantilado sobre la correspondencia que estos dos grandes cruzaron, así que hoy me apetece hablar un poco de ellos.
Antes de comenzar, el libro es este:
Contemos:
Dos herencias de Viena
Érase una vez, en la vibrante ciudad de Viena, dos escritores cuyas vidas y obras marcarían el siglo XX: Joseph Roth y Stefan Zweig. Ambos nacieron en el seno del Imperio Austrohúngaro y se encontraron en una Europa que se tambaleaba entre la grandeza cultural y la inminente catástrofe. Roth, nacido en 1894 en Brody, una ciudad entonces parte de Galicia, era un hombre de origen humilde, hijo de una familia judía, Zweig por otro lado, un tanto mayor, nació en 1881 en Viena, dentro de una familia judía acomodada. Sus trayectorias, aunque diferentes, convergieron en la turbulencia de la historia europea.
Roth fue un periodista y novelista que siempre buscó capturar el alma de un imperio en decadencia. Su obra más conocida, La marcha Radetzky (1932), es una conmovedora crónica de la caída del Imperio Austrohúngaro a través de la historia de la familia Trotta. Roth era un hombre melancólico y errante, siempre en busca de un hogar que ya no existía y su estilo, marcado por una prosa lírica y nostálgica, reflejaba su desencanto con el mundo moderno y su anhelo por un pasado idealizado. Por desgracia, a medida que la situación en Europa se iba deteriorando, el menor de nuestros amigos, se sumió en el alcoholismo, buscando consuelo en la bebida mientras veía desmoronarse todo lo que amaba.
Por su lado, Stefan Zweig, era un cosmopolita y un optimista que creía en el poder de la cultura para unir a las personas. Sus obras, como Momentos estelares de la humanidad (1927) y El mundo de ayer (1942), reflejan su profundo amor por la civilización europea y su creencia en el entendimiento intercultural.
A Zweig se le conoce como un maestro de la biografía y el relato histórico, quien siempre buscaba destacar la grandeza del espíritu humano, sin embargo, al igual que su compatriota, su optimismo se fue desmoronando a medida que el nazismo se extendía por Europa, obligándolo a exiliarse y llevar una vida de constante huida.
Un encuentro literario y una amistad profunda
Los caminos de Roth y Zweig se cruzaron en los círculos literarios de Viena y Berlín. A pesar de sus diferencias de carácter y origen, a estos dos icónicos literatos, los unía una profunda admiración mutua y una visión compartida sobre los peligros del nacionalismo y el totalitarismo. En 1933, cuando Hitler subió al poder, ambos se convirtieron en exiliados, huyendo de la persecución nazi. Su correspondencia, recopilada ahora en castellano por la editorial Acantilado, revela una amistad llena de respeto y apoyo mutuo. Zweig, que gozaba de una posición más estable, ayudó a Roth financiera y emocionalmente al tiempo que este último luchaba contra sus demonios personales.
Las cartas entre Roth y Zweig son un testimonio conmovedor de su relación y de la época turbulenta que vivieron. En una carta de 1934, Zweig escribió a Roth: "No debemos perder la fe en la humanidad, incluso cuando la realidad nos da tantos motivos para hacerlo". Roth, por su parte, respondía con un tono más sombrío, pero siempre con una profunda gratitud hacia su amigo. Estas misivas son prueba de sus pensamientos y sentimientos y reflejan también el ambiente de desesperación y esperanza que caracterizaba a los intelectuales exiliados de la época.
No sobra decir que la vida de ambos escritores terminó trágicamente. Joseph Roth falleció en París en 1939, consumido por el alcoholismo y la tristeza. Su lucha contra la desesperanza está bien reflejada en obras como La leyenda del santo bebedor (1939). El destino de Zweig no fue muy distinto, profundamente afectado por la guerra y la pérdida de su querida Europa, se suicidó en 1942 en Brasil junto a su esposa Lotte. En su carta de despedida, Zweig escribió: "Prefiero terminar mi vida en un momento en que siento que mi obra ha sido completa y un final digno".
A pesar de sus finales trágicos, las obras de ambos nos recuerdan la fragilidad de la civilización y la importancia de la empatía y la comprensión.
La importancia de su amistad
La relación entre Roth y Zweig fue más que una simple amistad, fue también un símbolo de una solidaridad intelectual en tiempos de oscuridad, estos dos autores inmortales compartieron una visión común sobre el papel del arte y la literatura como medios para resistir la barbarie en una época de divisiones profundas, enseñándonos con su amistad cómo el arte puede unir a las personas más allá de las fronteras y las diferencias culturales.
Algunas de sus obras son las siguientes
Joseph Roth
La marcha Radetzky (1932): Una de sus obras más conocidas, que narra la decadencia del Imperio Austrohúngaro.
Job (1930): Novela que cuenta la historia de un hombre judío que emigra a América.
La leyenda del santo bebedor (1939): Relato sobre un vagabundo que recibe una suma de dinero inesperada.
El peso falso (1937): Historia sobre un inspector de pesos y medidas en una provincia austrohúngara.
Fuga sin fin (1927): Relato de un soldado que vaga sin rumbo después de la Primera Guerra Mundial.
Tarabas (1934): Historia de un revolucionario ruso.
La rebelión (1924): Sobre la difícil vida de un veterano de guerra.
Stefan Zweig
Novela de ajedrez (1942): Aborda la psicología de un campeón de ajedrez.
El mundo de ayer (1942): Autobiografía que narra la vida de Zweig y la destrucción de la Europa que amaba.
Amok (1922): Relato sobre un médico enloquecido por la pasión.
Los ojos del hermano eterno (1921): Novela filosófica ambientada en la India antigua.
Veinticuatro horas en la vida de una mujer (1927): Relato sobre una mujer que vive una aventura emocional en un casino.
La impaciencia del corazón (1939): Novela sobre la culpa y la compasión, también conocida como La piedad peligrosa.
Me encantaría afirmar que lo he leído todo pero no es verdad, sin embargo lo que les he leído, es muy recomendable y ambos son generalmente afirmados por los grandes críticos como dos plumas trascendentes e inmortales, así que sin nervio se los recomiendo ampliamente.
Que tengan buena tarde, i.
La lectura del día me invitó a buscar a J. Roth y a S. Zweig y de la búsqueda rescató la cita que sigue:
J. Roth
“la literatura es la sinceridad misma, la única expresión auténtica de la vida”