Hace un tiempo leí este relato sobre la hazaña del rey de Macedonia y hoy me ha venido a la mente. La historia, la real, la de los mitos y las literarias, están repletas de eventos en los que una persona gracias a su convicción, a su fuerza implacable, a su genialidad o a la combinación de éstas han marcado o cambiado el destino de una ciudad, un país o incluso de la historia de la humanidad. Desde luego, quien al final vestirá la gloria y se coronará con los laureles ha estado acompañado de un sinfín de personas y circunstancias que hacen posible su causa, pero en la narrativa de la humanidad siempre es más llamativo, admirable e inspirador dotar a un solo personaje con la presea del éxito de modo tal que inspire nuevas hazañas a lograr por los venideros. Un poco así sucede con quienes se les atribuye el descubrimiento de una cura, el desarrollo de una bomba, la conquista del espacio o el desmantelamiento de un plan apocalíptico.
Entre todos los anteriores, hay quienes lo hacen con más o menor ayuda o a quienes por el valor de su aportación personal efectivamente debe de atribuirseles el peso del éxito. Uno de estos hombres increíbles lo encontramos en el nombre de Alejandro Magno.
Alejandro Magno fue hijo del rey Filipo II de Macedonia y de Políxena de Epiro, a quien se cuenta se le llamó así por la princesa de Troya de quien Aquiles estuvo enamorado. Cuentan algunas fuentes y relata el escritor español Gabriel Romero de Ávila, que hubo una mujer, hija de los reyes de Troya, de quien Aquiles se enamoró durante el asedio de la ciudad, llegando al punto incluso de pedir que cesara el ataque para poder casarse con ella. Fue tanto su enamoramiento, que se cuenta que inclusive le confesó la debilidad de su talón, sin embargo como sucede en las tragedías, parece ser que Políxena fue quien reveló a los troyanos este asunto del talón del semidios no sumergido en la laguna Estigia y quien arregló una emboscada para el héroe, con la ayuda de Paris el hermano menor de éste, o bien de Apolo disfrazado de Paris según algunas versiones. El punto es que Paris o alguien disfrazado de él, mataron a Aquiles con de un flechazo en su talón y supuestamente la alta traición vino de Políxena.
¿Qué sucedió entonces?, pues resulta que como venganza, cual Edmundo Dantés, el fantasma de Aquiles se apareció durante el asalto a Troya y exigió la muerte de Políxena y fue entonces que el propio hijo de Aquiles, Pirro, decapitó a la mujer sobre la tumba de su padre, lo cual ayudó, según la leyenda a que los griegos tuvieran vientos favorables para su regreso a casa.
Pero bueno, lo anterior fue un pequeño paréntesis para explicar el nombre de la mujer de Epiro a quien el rey Filipo convirtió en su esposa haciéndola reina de Macedonia.
Producto de este matrimonio, Alejandro (aún no magno) nació el 21 de julio de 356 a. C. y ese mismo día su papi Filipo obtuvo un gran triunfo en los Juegos Olímpicos, por lo que Políxena, a modo de celebración se cambió el nombre a Olimpia. Tres años después del nacimiento del príncipe, éste tendría una: Cleopatra de Macedonia.
*Alejandro Magno entrando en Babilonia. Charles Le Brun / Wikimedia
Como no todo es color de rosa, después del amor inicial y de dos hijos, en el 337 a. C., Olimpia, que luego se cambiaría el nombre de nuevo, fue repudiada por el rey y no le quedó más remedio que exiliarse a su natal Epiro natal acompañada de su hijo, mientras que la princesa Cleopatra se quedaba junto a Filipo. O sea como en tantas otras historias, los hermanos fueron separados.
Tras el divorcio, el rey buscaba casarse con alguine noble que le diera un heredero de sangre pura y también quería calmar el descontento de los nobles de Molosia (de donde era Olimpia) y para tales efectos planea un matrimonio de conveniencia entre su hija Cleopatra y Alejandro de Epiro, que era rey vasallo en Molosia y también hermano de Olimpia. Así las cosas, llegó el día en que se celebró la boda de Cleopatra con Alejandro de Epiro, a la que acudió Filipo vestido de blanco en su papel de padre de la novia, sin embargo, lo que no sabía entonces el buen Filipo era que ese día Pausanias, un miembro de la guardia real lo traicionaría y asesinaría (por cierto que todas las versiones sobre sólo este hecho, darían para una novela, pero bueno, ese es otro tema). Al final obviamente, Pausanias no la libró y encontró también la muerte de mano de los otros guardias de Filipo y aunque no se sabe con certeza si Pausanias actuó sólo o por instrucciones, lo cierto es que Filipo nunca tuvo más hijos y Alejandro subió al trono de Macedonia en 336 a. C.
Por ese tiempo, los ciudadanos griegos no estaban muy contentos, así que tras la muerte del rey se rebelaron y exigieron su independencia pues ni Tebas ni Atenas querían seguir bajo el reinado macedonio, para su infortunio no contaban con las agallas del nuevo monarca quien movilizó sus tropas en dirección a Grecia, para controlar la sublevación.
Y aquí viene el quid de este relato, Alejandro era nuevo en el puesto y necesitaba validar su reinado. El camino más rápido para frenar a los rebeldes era a través del paso del Temple, a los pies del monte Ossa, pero ahí resulta que se habían establecido los soldados de Tesalia quienes sabían llevaban ventaja por el cuello de botella que se formaba al paso, Alejandro, por su lado, sabía que luchar contra los tesalios le generaría bajas significativas en su ejército y menos posibilidades de llegar a Grecia a calmar a los rebeldes. Al mismo tiempo resulta que los helénicos tenían la mira puesta en el nuevo Rey quien debía legitimarse, en primer lugar porque era nuevo al mando y en segundo lugar porque existía el rumor de que él mismo había ordenado la muerte de Filipo, su padre.
Cuenta el propio Romero de Ávila que el monte Ossa era un lugar impracticable junto al mar, sin forma de rodearlo ni de escalarlo y fue entonces que el hoy famoso y admirado Alejandro Magno determinó una de las genialidades que labraron su reputación y cambiaron el destino del mundo, ordenó tallar una escalera en la montaña, ¿cómo?, así como se lee, llevó hasta allí a quinientos esclavos de las minas de la región, prometiéndoles libertad y recompensa si lo conseguían en un lapso de diez días.
Los esclavos entusiastas trabajando por el lado de la montaña que daba al mar ocultos a la mirada de los tesalios lograron la hazaña en solo siete días y fue entonces que Alejandro lideró a tres mil de sus hombres en un avance nocturno a lo largo del monte Ossa que los llevó directamente a la retaguardia de los tesalios. Al amanecer, los macedonios habían dominado ambos extremos y los tesalios no tuvieron mas remedio que rendir el lugar y permitir que el nuevo monarca siguiera su camino libre hacia Grecia sin haber sufrida baja alguna.
Aunque solo viviría doce años más, fue ese el comienzo de la leyenda de Alejandro Magno quien moriría antes de cumplir los 33 años. Versiones sobre la causa de su muerte hay varias, pero lo cierto es que el joven rey fue una persona única, con la capacidad de construir un imperio y dejar un legado que después de más de 2,300 años aún persiste.
La historia del monte Ossa, nos enseña la importancia de la determinación para forjar un camino propio sin importar si hay una montaña que nos impida seguir avanzando.
Que tengas excelente fin de semana.
i.
De la historia de Alejandro Magno la batalla de Gaugamela es la más relevante, no solo por ser considerada como una obra maestra de la táctica militar, que marcó la derrota de Darío y el hundimiento del imperio persa, sino también por sus dotes de estadista al respetar las costumbres persas y al casarse con la hija mayor de Darío y con la hija menor de su antecesor Jerjes lll, que permitió la conjunción de las dos culturas.
Dato curioso, Cleopatra reina de Egipto pertenece al linaje de Ptolomeo general de A. Magno.