El corazón humano tiene una fastidiosa tendencia
a llamar destino solamente a lo que lo aplasta
Albert Camus
Sísifo es un personaje mitológico, pero su historia tiene muchas enseñanzas que darnos y ha inspirado a diversos escritores y filósofos a escribir sobre él. Por supuesto la obra más famosa es la de “El mito de Sísifo” del Nobel Albert Camus, ese enorme escritor Franco-argelino de trágica muerte que recibiera el premio Nobel de literatura en el año 1957. Sísifo es recordado por su gran retórica y astucia, tanta que engañó a la mismísima muerte aunque al final tuvo que pagar las enormes consecuencias. Pero vayamos por partes.
Sísifo fue el fundador de Èfira, que es la actual Corinto, ciudad situada en el peloponeso griego y que tiene hoy por hoy algunos 60 mil habitantes. Se cuenta que Sísifo en una ocasión fue testigo del rapto de la ninfa Egina ni más ni menos que por el dios mayor, Zeus, encarnado en una enorme águila. Hábilmente decidió guardar el secreto para que cuando el padre de ella, Asopo, dios-río en la mitologia griega la buscara desesperadamente, cosa que sabía que pasaría, Sísifo le pidiera, a cambio de confesar en donde se hallaba y quien se había llevado a su amada hija, una fuente de agua dulce para Corinto que en aquel entonces acusaba una escasez grave del vital líquido. Esto hizo enfurecer a Zeus, por lo que habló con Tanatos, el dios de la muerte, para enviarlo con Sísifo y que se lo llevara a ultratumba.
Dicen que cuando Sísifo vió llegar a Tanatos, cosa que no le sorprendió pues era muy conocida la ira de Zeus, lo llenó de halagos y le recitó bellos poemas. Tanto le endulzó el oído que el dios de la muerte olvidó que había ido a verlo para matarlo. Cuando a fin de cuentas le dijo que lo acompañase con Hades, Sísifo, sabiendo que no podría evadirlo más le pidió permiso de regalarle algunas de sus joyas. “Yo no podré usarlas ya, pero sería un pecado que alguien más usara esto tan fino, tan de buen gusto, permíteme regalártelo Tanatos para que hagan lucir aún más tu profunda belleza”, dijo el hábil rey. Tanatos aceptó y Sísifo le puso dos pulseras y un grueso collar de oro, pero estos estaban astutamente unidos a gruesas cadenas atadas al piso y a la pared. El gran embaucador había ganado sobre la muerte y ahora la tenía prisionera.
Pasó el tiempo y sin Tanatos en el mundo la gente no moría, los ancianos solo agonizaban, los enfermos vivían día tras día sumidos en largos lamentos, las guerras no dejaban huérfanos y viudas a su paso y por el río Aqueronte el gran barquero del inframundo Caronte comenzó a sospechar y se encargó que el rumor volara rumbo de los oídos de Zeus quien inmediatamente envió a Ares, el dios de la guerra que estaba muy molesto pues esta ya no le regalaba la sangre de los guerreros, para que se encargara de llevarlo al inframundo. Cuando Sísifo se enteró de esto y al ver morir de nuevo a los ancianos y a los guerreros y ver que no tenía escapatoria, le pidió a su esposa que no le hiciera honores fúnebres luego de su muerte, así, cuando estuvo frente a Hades, dios del inframundo, le expuso su pena por no haber recibido las exequias que merecía por su rango. Fue tan convincente el discurso previamente ensayado de Sísifo que Hades le da permiso entonces de regresar, por un día solamente, para encargarse de ello, pero Sísifo se vuelve a escabullir y no regresa más.
Finalmente Sísifo, prófugo y victorioso sobre la mismísima muerte, fallece un día de viejo y al llegar al lugar del que con engaños se había escapado, le imponen un castigo ejemplar, probablemente uno de los más terribles de todos: empujar una enorme piedra por una empinada montaña con la maldición de que, cuando estuviese a punto de llegar, la piedra rodaría de nuevo al pie de la montaña y él tendría que reiniciar la labor hasta el final de los tiempos.
Este ciclo que se repite como una escalera de espejos infinita, ha dado lugar a muchas interpretaciones sobre la naturaleza del esfuerzo humano frente a lo inevitable, el sin sentido o lo absurdo de la vida. El esfuerzo de Sísifo es visto como lo absurdo de la intención humana contra lo inevitable, el destino, aunque también habla del castigo que tarde o temprano alcanza al culpable.
Este fue un mito ideal para que sobre él cimentara Albert Camus su filosofía del absurdo, donde dice que la busqueda humana de significado de sentido en la vida se ve acotada por el indiferente silencio del mundo. “El absurdo surge de la colisión entre nuestro deseo de orden y propósito y la falta de respuestas que ofrece el universo”. Por eso en su obra “El mito de Sísifo” inicia diciendo, “Sólo existe un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio, decidir si la vida vale la pena o no vivirla, es responder a la pregunta fundamental de la filosofía”. Sin embargo, ante esta tétrica coyuntura, Camus propone no quitarse la vida, sino aceptar el absurdo y vivir con él. El hecho de que la vida carezca de sentido, no quiere decir que no se pueda proveerla de tal pues la vida puede disfrutarse y vivirse con gran pasión incluso sin un propósito claro.
Camus propone que en el fondo, al aceptar el absurdo de la vida, estamos yendo por lo que residía en el fondo de la caja de Pandora, aquella que contenía todos los males del mundo y eso que estaba en el fondo no era otra cosa que la esperanza. El hombre al abortar la idea del suicidio, tanto físico como intelectual, se va encaminando a una verdadera libertad existencial. Por eso su famosa frase: “Hay que imaginarse a Sísifo feliz”, hallando justamente a la felicidad en su labor diaria, en su tránsito y no en su destino, en su intención renovada constante y eterna.
Camus fallece un día 04 de enero de 1960 en un trágico accidente de auto a bordo de su hermoso Facel Vega que se partió en tres mientras viajaba de copiloto con su amigo y editor Michel Gallimard en una carretera de Borgoña. Camus traía consigo un billete de tren en donde viajaría, pero a última hora decidió irse en auto con su amigo. Un día antes había calificado, por una nota del periódico, a la muerte en un accidente en auto como absurda. Así la vida y así la muerte, por lo que toca sólo decir que hay que imaginar entonces a Camús feliz, donde quiera que esté.
Me encantó la historia y la mitología griega es inspiradora, muchas gracias Benito. Yo digo generalmente que la vida es irónica aveces pero también absurda, todo es cuestión de enfoques y términos. Pero lo más importante es vivirla feliz y con la consciencia de que el destino está marcado y “el final” existe… no pensar mucho en ello pero tampoco olvidarlo para disfrutar el instante de cada día.
Una locura cómo está, es como intentar apagar un fuego con la humedad de un beso.
A. Camus
El mito de Sísifo siempre me ha intrigado tanto esfuerzo y tan inútil; una tortura eterna como castigo pero infligida por el mismo, por Sísifo.
En su filosofía de lo absurdo encuentras que la ironía o burla disimulada está presente.
Muchas de sus citas después de leerlas el día de hoy, me provocaron y en particular una que se ajusta al comentario final de Katia. “ La verdadera generosidad hacia el futuro es darlo todo al presente.
Muchas gracias Benito