- ¿Me he vuelto loco?
-Temo que sí... Estás loco. Pero te diré un secreto: las mejores personas lo están.
La novela de Lewis Carroll me atrapó y fascinó desde la primera vez que la leí siendo un niño y en buena medida creo que me influyó a temprana edad para despertar un gusto por cuatro cosas que han sido fundamentales para mí: La literatura; el gusto por el arte, particularmente por el dibujo, gracias a las extraordinarias ilustraciones de John Tenniel; la empatía con los gatos; y la atracción por el surrealismo, palabra que desde luego en aquél entonces jamás había escuchado pero que bien refleja la parte de la locura que tanto me gusta, aquella que acaricia a la genialidad, pero Alicia en el País de las Maravillas es un relato que comprende mucho más allá de una simple novela, sino que encierra una historia fantástica que implica entre tanto, la crítica de una sociedad, los retos y enfermedades de la mente, el retrato de una época, paradojas de lógica y matemática, la unión de ésta con la literatura y hasta la posible historia de un par de amores imposibles; Vayamos pues despacio que las prisas son para los rateros y los malos toreros y las aventuras de Alicia merecen un poquito de calma.
Lewis Carroll, nacido como Charles Lutwidge Dodgson, en Daresbury, Cheshire, 27 de enero de 1832 y fallecido en Guildford, 14 de enero de 1898 a la tierna edad de 65 años fue un matemático, fotógrafo y escritor inglés, que siendo muy joven, digamos unos 24 ó 25 años, en 1956 ó 1957 se encontraba trabajando como matemático en Christ Church en Oxford, donde causalmente coincidiendo en tiempo y espacio, Henry Liddell fuera nombrado decano. Resulta que Henry Liddell que se había mudado a Oxford en 1855 tenía una descendencia extensa y Alicia Liddell era la tercera de sus hijas quien había nacido en 1852.
La niña Alicia que desde pequeña ya mostraba su carácter, siendo una niña prepotente, altanera y que mandaba a todos a su alrededor, según cuenta su bisnieta, solía pasearse en compañía de sus hermanas Lorina y Edith por los jardines de Christ Church, un lugar que por entonces representaba prestigio y buena posición en la sociedad. Lutwidge Dodgson conoció a la niñas Liddell y comenzó a retratarlas como parte de su afición a la fotografía, arte del que era pionero.
En esta fotografía de 1860 aparecen las tres hermanas Liddell fotografiados por el ojo de Carroll.
Hasta el punto en que forjaron una buena amistad. Hay que apuntar que cuando Dodgson conoció a las niñas hijas del decano, él rondaría los 24 y la menor, Alicia, tendría unos 4 años.
Un buen día, y tras algunos años ya de llevar una amistad, mientras los estadounidenses celebraban el octogésimo sexto aniversario de su independencia, es decir el día 4 de julio de 1862, -fecha que se recuerda cada año como el Día de Alicia-, el clérigo, fotógrafo y matemático salió junto a las niñas, a dar un paseo en barco por el río Támesis dirección a Godstow, al noroeste de Oxford. En el trayecto, presas del aburrimiento y para entretener a las menores, Charles Lutwidge que ya publicaba poesía bajo el pseudónimo con el que pasaría a la historia, comenzó a relatar una historia improvisada que de inmediato atrapó a las chiquillas, particularmente a Alice que por entonces había cumplido diez años y cuyo nombre el clérigo y fotógrafo había usado para protagonizar su relato; La fascinación de Alice fue tal, que pidió encarecidamente a Dodgson que escribiera el cuento, tarea que el autor tras meditarlo y formular los huecos de la historia en su imaginación comenzó el 13 de noviembre de 1862, completando el manuscrito el 10 de febrero de 1863, creando una de las obras cumbres de la literatura que este diciembre cumple 159 años de su publicación y que quizá sea el ejemplo más famoso de cuando la vida de un matemático se cruza con la literatura, si bien no la primera ni la única. Recordemos que el propio José Echegaray que se alzó con el primer Nobel de literatura en lengua castellana en 1904, fue también matemático y de hecho el mejor del siglo XIX según algunos. Otros ejemplos podrían ser Bertrand Russell o Aleksandr Solzhenitsyn, de quien en este espacio ya se ha hablado a propósito del Gulag.
En 1864 Carroll regaló a Alicia el libro con sus aventuras escrito a mano e ilustrado por él mismo, bajo el título de Las aventuras de Alicia bajo la tierra o bien, Alice´s Adventures Under ground.
El libro narra las aventuras de Alicia que transcurren el día 4 de mayo cuando un conejo blanco la invita a ir dentro de la madriguera. La circunstancia de tiempo la conocemos pues en el propio capítulo siete del libro, “una merienda de locos”, es la propia Alicia quien hace mención a la fecha, misma que coincide con el cumpleaños de Alice Pleasance Liddell quien naciera el 4 de mayo de 1852.
Al caer por la madriguera Alicia se encuentra con una serie de acontecimientos y personajes que además de fantásticos desafían la lógica, reflejan el aburrimiento de los niños en un mundo de adultos y critican a la alta sociedad de la época. Ejemplos de lo anterior podemos recordarlos en el frasco que bajo la instrucción “bébeme” Alicia ingiere volviéndose pequeña o bien en el pastelillo que bajo la instrucción “cómeme”, convierten a Alicia en una niña de dimensiones mayores; cuando el bebé se convierte en cerdo o bien cuando un flamenco sirve como bastón para jugar al croquet o cuando la sonrisa del Gato de Cheshire persiste incluso tras la desaparición de su cuerpo. Carroll quien sufría de fuertes migrañas y se cree que incluso de algunos desordenes de percepción, transforma el aburrimiento de los niños encerrados en una sociedad de adultos y reglas en momentos risibles, locos y geniales creando un mundo en el que todo es posible, los cuerpos de naipes, el tiempo infinito, las flores parlantes, etcétera.
Otra de las fuertes críticas es la que se hace al poder a través de la Reina Roja quien manda decapitar a todo aquél que la disguste, sin embargo curiosamente la reina Victoria era una auténtica fanática del libro de Carroll, al grado que se cuenta le pidió no dejara de llevarle su siguiente obra, misma que para desencanto de la monarca, supongo, fue un estudio llamado Tratado Elemental sobre Determinantes que representaba al Dodgson matemático.
Otro de los memorables personajes es el Conejo Blanco quien llega tarde a todos los sitios, lo que es un guiño a la la ciudad de Oxford, ya que según se cuenta en Christ Church se llama a los feligreses para los servicios religiosos cinco minutos pasados las horas en punto, dado que Oxford se encuentra cinco minutos al oeste de Greenwich, lo que significa que, por ejemplo, a las cinco en punto según el Tiempo Medio de Greenwich serían las cinco con cinco en verdad en Oxford.
"¿Cuánto tiempo es para siempre? A veces, solo un segundo."
El libro igualmente contiene diversas metáforas psicóticas, por ejemplo, verse encogida y aumentada puede formar parte de alucinaciones de la esquizofrenia; bracear incansablemente para sobrevivir a un mar de lágrimas pudiera ser un modo de representar la depresión; el hecho de que Alicia no sepa decir quien es cuando se encuentra con la oruga, habla también de la pérdida de la identidad y es solo la realidad la que la aleja de las amenazas, es decir solo después de recuperar su estatura y dejar de alucinar erizos que se convierten en bolas y flamencos en bastones, es que Alicia cae en la cuenta de que todo se ha tratado de un sueño.
Un dato curioso sobre el sombrerero loco, es que en aquellos años, mediados pasados del XIX, en efecto los sombrereros tenían fama de locos, ya que usaban plomo para pintar sus confecciones y el estar en constante contacto con este químico les generaba alucinaciones y cambios de carácter que bien podría clasificarse de locura.
Tras el primer título regalado a Alicia, finalmente se publicó como las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas en diciembre de 1865 y al respecto, al tiempo de su publicación, The Guardian publicó que "la falta de lógica es tan elegante y llena de humor que el lector no tiene excusa para no leerlo", y The Publisher’sCircular afirmó “es la historia más original y la que más engancha”.
Hace algunos años las primeras ediciones alcanzaron un valor de millón y medio de libras esterlinas en subasta, claro, nada comparado con los más de seis millones de dólares que alcanzó un plátano estos días (y yo me pregunto, ¿hasta dónde?, en fin…)
Por supuesto esta historia increíble de Alicia con los años ha traspasado las barreras de las páginas, al punto en que la medicina existe el síndrome de Alicia en el país de las maravillas, también conocido como micropsia, que es un cuadro clínico que se caracteriza por episodios breves de distorsión en la percepción de la imagen corporal y del tamaño, distancia, forma o relaciones espaciales de los objetos, así como en el transcurrir del tiempo y no es ajeno que algunas teorías apunten a que el propio autor sufría de este síndrome, sirviendo tal circunstancia para inspirarle. Lo cual obviamente no está probado.
Respecto a las historias de amor ligadas a esta historia, la primera es es un chisme de época surgido a raíz de una fotografía que Carroll tomó a la niña Alice, en el que se le muestra el hombro descubierto y se le asoma un pezón, sin embargo, con el lente de la época y no con el de la escandalización actual, la propia familia de Liddell ha afirmado que jamás existió morbo o mala intención y que jamás hubo ningún hallazgo o relato que pudiera confirmar un posible enamoramiento del autor sobre la niña que inspiró su historia. La fotografía se muestra a continuación:
Lo cierto es que Alice, que si bien no era güera como la retratan los libros y las películas sino de pelo oscuro, no pasaba desapercibida y llamaba la atención de los hombres de la época en la ciudad inglesa, incluso se cuenta que el príncipe Leopoldo, el hijo menor de la reina Victoria que estudiaba en Christ Church, estuvo muy enamorado de Alice, amor que le era correspondido, pero que la monarca prohibió pues los Liddell si bien eran de buena posición no pertenecían a la realeza. Al final del día, un amor frustrado por los complejos y reglas de sociedad culminó en que el príncipe se casó y nombró a su hija Alicia, mientras que Alice Liddell nombró a su segundo hijo Leopoldo, quien por cierto murió durante la Primera Guerra Mundial.
Respecto a la relación de Dodgson con Alice, ésta se vió interrumpida abruptamente y según cuenta la bisnieta "Mi teoría es que la madre de Alice fue la causa de la separación. La actitud de Carroll se volvió cariñosa con Alice. Y la madre quería reyes y condes para sus hijas. Ella quemó todas las cartas que Alice recibió de Carroll, según lo mencionó mi abuelo…", "Yo creo que él estaba enamorado de ella pero también creo que no lo hubiera admitido a sí mismo", añadió. Cabe decir que otra teoría afirma que los intereses de Carroll dirigían su atención a la institutriz de las menores, pero esto tampoco se sabe con certeza.
Al final, Alice se casó y junto con su esposo de apellido Hargreaves se establecieron en Hampshire, al suroeste de Londres, donde vivieron una vida normal de una familia acomodada, que si bien no eran extraordinariamente rica, no precisaba de trabajar. Con los años y la falta de generación de ingresos la escasez (relativa) y la tragedia golpearon al matrimonio y sus tres hijos, dos de los cuales (los mayores) fallecieron durante la guerra entre el 14 y el 18 y Liddell enviudó en 1926 sobreviviéndole sólo un vástago.
En 1928, se deshizo de algunas de sus pertenencias, incluido el ejemplar original de las Aventuras de Alicia bajo tierra, regalo de Dodgson, mismo que se vendió por 15,000 libras a un comprador estadounidense, sin embargo en 1946 el objeto histórico regresó a tierras inglesas y fue donado al Museo Británico en 1948.
En 1932, Alice Liddell recibió en Nueva York un título honorífico de la Universidad de Columbia al cumplirse el centenario del nacimiento de Lewis Carroll y fue captada en televisión por primera vez. Dos años después y con 82 años en su haber, la menor de las niñas que hicieron aquel paseo por el Támesis falleció un 16 de noviembre de 1934.
Más allá de las innumerables ediciones y traducciones, la obra se ha adaptado a diversas películas, la más famosa quizá, la de Disney en los años 50, sin embargo la primera adaptación es de 1903, un film mudo dirigido por Cecil Hepworth y Percy Stow y de la que el Instituto Británico del Cine conserva la única copia de la película original, de la que se han recuperado aproximadamente ocho minutos de los doce estimados que duraba el filme original.
En otros soportes, la obra de Carroll ha inspirado un sin número de expresiones artísticas, desde obras derivadas en novelas, como aquella que se hiciera con el premio Nadal de novela (Grupo Planeta) en 2019, titulada los crímenes de Alicia, de la pluma del escritor y también matemático Argentino, Guillermo Martínez, hasta obras de teatro, referencias en canciones y un número de no corto de obras pictóricas y escultóricas. A mí en tinta, me encantan las originales de Tenniel
pero sin duda hay muchas más, como las hechas por Salvador Dalí para ilustrar una edición especial de la obra:
También en bronce se han hecho cosas hermosas, a propósito de. Entre las más conocidas, está esta que se encuentra cuando uno camina con pretzel y café por Central Park:
o bien, las instaladas en la ribera del río Wey, afluente del Támesis, a su paso por Guilford, que recrean la historia de Alicia:
En fin, un libro maravilloso, con un telón histórico fascinante que dan ganas de volver a leer, así pues, felices lecturas y buena tarde.
"No estoy loco. Mi realidad es diferente a la tuya."
“No se a donde voy pero cualquier camino me llevará ahí”
L. Carril
No cabe duda que con imaginación se puede conseguir todo y L. Carrol gracias o no a su sombrero impregnado de mercurio y plomo logró contar una historia que nos lleva al mundo de la fantasía y de los sueños.
Hoy Israel regalas una semblanza que como bien dices sin prisas que son para rateros y malos toreros, de la historia que llevó al autor a escribir Alicia en el país de las maravillas.
Narrativa impecable y generosa.
Enhorabuena.
Aplausos!