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La Revolución Mexicana: De una larga espera a un estallido imposible de detener
Hace unos días se conmemoró el aniversario de la Revolución Mexicana que comenzó con los primeros movimientos de levantamiento de armas respaldados por Pascual Orozco, quien era el jefe de las tropas irregulares del estado de Chihuahua; Pancho Villa o José Doroteo Arango, que lidereaba a los campesinos en el norte de México; y Emiliano Zapata, quien representaba a los campesinos y demás líderes populares del sur de México, un 20 de noviembre de hace 114 años en 1910. Recordemos un poco como pasó y por qué pasó.
El conflicto armado no fue un evento que surgió de la nada, contrario a esto, fue una especie de volcán que, bullendo durante muchos años, acumuló presión bajo la superficie de la sociedad mexicana. La situación en el país era como la crónica de una muerte anunciada en la que la inevitable revolución debía darse como consecuencia de desigualdades, injusticias, las luchas de poder y la desesperanza de las clases más humildes. Para entender cómo ocurrió, hay que ubicarnos en México del siglo XIX, cuando el país se encontraba en medio de luchas internas, inestabilidad política y una creciente división entre los que controlaban el poder y los que, a duras penas, lograban sobrevivir.
A finales del siglo XIX, México vivía bajo el régimen de Porfirio Díaz, quien, después de tomar el poder en 1876, impuso una dictadura que perduraría por más de 30 años. El Porfiriato que es verdad trajo consigo grandes transformaciones positivas para el país, también tuvo aparejada una profunda desigualdad social. Por un lado el presidente impulsó el desarrollo económico del país a través de la construcción de ferrocarriles y de escuelas, así como de la explotación minera a través de la inversión extranjera, lo que conllevaba un paso acelerado hacía la modernización, sin embargo, del otro lado de la moneda los beneficios de este progreso se concentraban en unas pocas manos, resultando en que la mayoría de los campesinos vivieran en condiciones miserables bajo el sistema de régimen de haciendas. El régimen representaba una especie de semi esclavitud para los campesinos además de que las tierras fueron arrebatadas a las comunidades indígenas para convertirlas en enormes haciendas para los terratenientes.
Consecuencia de lo anterior, fue que la disidencia en el país se incrementara causando que no solo los campesinos, sino también los obreros en las ciudades comenzaran a protestar por sus condiciones laborales. Al mismo tiempo un sector del círculo de intelectuales y políticos, se oponían a Don Porfirio pues veían en éste a un gobernante autoritario que frenaba el verdadero desarrollo de México. Sin embargo, Díaz que de tonto no tenía un pelo, logró perpetuarse en el poder hasta bien entrado el siglo XX, utilizando tanto el control militar como una astuta manipulación del sistema electoral; Sin embargo, el pueblo mexicano vivía bajo una suerte de paz relativa o ficticia, pues si bien no había guerra abierta, el descontento social sí que se estaba gestando profundamente aunque fuera en el silencio.
Así las cosas, ¿en qué momento se rompió el silencio?, resulta que en 1910 tocaban elecciones y el todo poderoso sentado en la silla presidencial decidió que en pro de su imagen unas elecciones democráticas sumarían adeptos a su causa. Su principal contendiente era Madero, joven, idealista, líder de la oposición moderada y de algún modo la voz y representación de los que pedían un cambio real. Es decir, Francisco I Madero era un candidato legítimo y sus intenciones las había hecho públicas en su libro “La Sucesión Presidencial de 1910”, advirtiendo incluso de llegar a la violencia si no se respetaba el proceso electoral. Díaz Mori, que no dudaba de su poder se dice que amañando las elecciones resultó electo nuevamente junto con Ramón Corral para ocupar la Vicepresidencia.
No obstante lo anterior, los ánimos estaban calientes y la situación para el gobierno oficial era complicada, por lo que se ordenó el encarcelamiento de Madero, quien fue arrestado en la Sultana del Norte y trasladado a San Luis Potosí, en donde se le puso en libertad bajo la condición de no abandonar la ciudad, es decir, una especia de arresto domiciliario amplio por llamarlo de algún modo, sin embargo el líder opositor logró evadir la vigilancia y huyó a San Antonio en Texas, desde donde publicó el Plan de San Luis un 5 de octubre de aquel año, Plan mediante el cual hacía un llamado a la población a levantarse contra la tiranía de Díaz y a luchar por la democracia. Cansados de los abusos y con el último acto autoritario aun calientito, miles de personas hartas de la injusticia se unieron a la causa.
La Revolución Mexicana estalló en noviembre de 1910 y Madero no fue el único líder que se levantó contra Díaz. En diferentes partes del país, surgieron caudillos que tomaron las armas, desde Emiliano Zapata en el sur, con su famoso lema "¡Tierra y libertad!", hasta Pancho Villa en el norte, quien reunía a un ejército de campesinos, trabajadores y desposeídos. Zapata luchaba por la restitución de las tierras a los campesinos y contra la explotación de las grandes haciendas, mientras que Villa, aunque también reivindicaba los derechos de los campesinos, era un líder más pragmático, que buscaba no solo reformas sociales, sino también cambios políticos y económicos profundos, es decir, aunque los dos bigotes más famosos de la nación se oponían al régimen, no quiere decir que estos fueran aliados.
El conflicto fue largo y violento y no terminó con el triunfo posterior sobre Díaz. El resultado de las acciones de Francisco I. Madero, fue la firma de los Tratados de Ciudad Juárez, el 21 mayo de 1911, que conllevaron a la renuncia de Díaz a la presidencia de la República, y la posterior convocatoria a elecciones, de las cuales resultó triunfador Madero en 1911.
Madero asumió la presidencia y durante su mandato restauró la constitución, prohibió la reelección y estableció el sufragio popular, pero pronto se vio rodeado de enemigos, incluyendo a aquellos que lo habían apoyado inicialmente y aunque el conflicto con don Porfirio se resolvió, rápidamente los intereses de diferentes grupos sociales se cruzaron. Los campesinos querían tierras, los obreros pedían mejores condiciones laborales, los líderes militares querían poder, y los grupos de elite buscaban mantener su influencia. La Revolución no logró unificar a los distintos sectores del país, y Madero fue traicionado, derrocado y asesinado junto con Pino Suárez en 1913, lo que inició con el golpe de Estado encabezado por Victoriano Huerta, quien a posteriori, instauró un régimen aún más dictatorial que el de Díaz anulando la libertad del pueblo por medio de la fuerza militar, con el apoyo de los hacendados, de la mayoría de los políticos y del clero. Sus oponentes fueron José María Maytorena, gobernador de Sonora, y Venustiano Carranza quien fungía como gobernador de Coahuila.
En esta etapa el juego se llamó traiciones, asesinatos y remplazos en la silla, el conflicto siguió durante los siguientes años con distintos líderes y facciones disputándose el poder; Zapata fue asesinado en 1919, y Villa, tras varias derrotas, se retiró a la vida civil, pero igual lo mandaron a dormir en 1923, Carranza fue asesinado en un viaje hacia Veracruz en mayo de 1920 y a su sucesor Álvaro Obregón (sin contar el interinato de seis meses de Adolfo de la Huerta), igual lo llenaron de plomo en el restaurante de la Bombilla, en San Ángel cuando ya era presidente electo para su segundo mandato. El punto sin desvirarme es que sin importar los triunfos de Madero y las posteriores sucesiones en el poder, las ideas revolucionarias seguían vigentes en muchos sectores de la sociedad mexicana. Fue solo hasta 1917 que la Revolución Mexicana comenzó a tomar una forma más estable con la promulgación de una nueva Constitución de la mano de Carranza, la cual, entre otras cosas, reconoció derechos laborales, garantizó la educación laica y gratuita, y estableció un principio de justicia agraria que buscaba redistribuir la tierra entre los campesinos.
Resumiendo un poco, vale afirmar que la Revolución Mexicana no fue un estallido único, sino un proceso complejo que, aunque logró algunos avances significativos, como derrotar el régimen dictatorial de Porfirio Díaz, la promulgación de una nueva constitución en 1917, la nacionalización del suelo y subsuelo, la reforma agraria, la reforma a la ley de educación pública, la nacionalización del petróleo y la mejora de la situación laboral de los trabajadores, dejó también heridas profundas en la sociedad mexicana. El país quedó marcado por las luchas, las traiciones y las contradicciones que acompañaron el largo camino hacia la justicia social. En muchos sentidos, la Revolución Mexicana nunca terminó realmente; sus ecos resuenan hasta el día de hoy en las luchas por los derechos de los pueblos indígenas, en las demandas de justicia para los campesinos y en la búsqueda constante por una democracia verdadera, porque claramente muy transparente no es…
Buenas noches, i.
Tu descripción de esa etapa de la historia de Mexico es un retrato breve, simple pero fiel de los acontecimientos que marcaron la vida de nuestro país. Si algún día tuviera que exponer el tema bastaría con leer lo que hoy nos presentas. Bravo