Lo de hoy es muy sencillo, sólo compartirles uno de los poemas del gran Mario Benedetti, que tanto me gusta y que tanto he disfrutado tanto en su poesía como en sus novelas. El poema que comparto refleja creo que en su totalidad la gente que a mí también me gusta. Admiro su facultad para hacer lírico y absolutamente hermoso un simple análisis de la gente que él valoraba.
Antes de transcribirlo, esperando que te guste a ti también, si es que no lo conocías antes, vale la pena desde luego, hacer una pequeña sinopsis sobre el gran autor uruguayo.
Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia nació el 14 de septiembre de 1920, en Paso de los Toros, Uruguay, fue un miembro destacado de la llamada Generación del 45 y publicó un número cercano al centenar de obras en distintos géneros, incluyendo la novela, la poesía, el teatro y el ensayo. En marzo de 1946 contrajo matrimonio con Luz López Alegre, quien fue su compañera de vida hasta que la muerte los separó en 2006 con la muerte de ella. Mario Benedetti murió un 17 de mayo de 2009 en Montevideo, Uruguay.
Aunque publicó poesía desde 1945, el éxito y reconocimiento ya innegable creo que le llegó en 1960 con su novela La tregua, que narra la vida de un viudo Martín Santomé, que próximo a jubilarse y con una relación complicada con sus hijos, presa de la monotonía, se enamora perdidamente de su compañera de trabajo, mucho más joven que él, Laura Avellaneda. De esta obra destaca para mí, amén de la calidad literaria, el hecho de que Benedetti dibuja a un personaje que en su diario se siente ahogado en el aburrimiento de su vida, sintiéndose como un absoluto viejo, que sólo encuentra la tregua con Dios con la llegada de una joven Avellaneda de 24 años. Lo curioso es que Santomé sólo tiene 49 años, es un niño, según los parámetros actuales, o será que yo tengo 46 y me siento un niño aún. Claro, hay que considerar que la obra se escribió en 1959, hace 65 años, y bueno, supongo que la apreciación de la edad entonces era muy distinta y sí, creo que ahora los cuarentones y cincuentones dan una impresión de mucho mayor jovialidad. Me recuerda por ejemplo que en la secuela de 1995 de la película del Padre de la novia, el personaje de George Banks interpretado por Steve Martin, se supone que tiene 45 años y miren ustedes cómo se ve:
o por ejemplo la actriz estadounidense Lee Fierro, que en esta escena de Tiburón tenía sólo 46 años:
sorprendete si pensamos que por ejemplo Rachel McAdams tiene los mismos 46 años y que la estrella de Breaking Bad, Aaron Paul, tiene la misma edad que Steve Martin en El padre de la novia. Las fotos siguientes son de este año:
Pero bueno ya me salí mucho del tema. La tregua que es un gran libro recomendable para todos si no lo han leído, tiene un par de adaptaciones cinematográficas también, la primera de 1974 de producción argentina, protagonizada por de Héctor Alterio y Ana María Picchio y que fue nominada al Oscar en 1975 en la categoría "Mejor película de habla no inglesa" y la segunda, de 2003, producción mexicana que protagonizaron Gonzálo Vega y Adriana Fonseca.
Mario Benedetti merecería una publicación aparte para hablar de él, de su vida, sus exilios, etcétera, pero por hoy, sólo te comparto como dije, este poema reflexivo, que me parece maravilloso:
«La gente que me gusta»
Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad. Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien se permite huir de los consejos sensatos dejando las soluciones en manos de nuestro padre Dios.
Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de sí, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.
Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme.
La gente que tiene tacto.
Me gusta la gente que posee sentido de la justicia.
A estos los llamo mis amigos.
Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría y la predica. La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor.
La gente que nunca deja de ser aniñada.
Me gusta la gente que con su energía, contagia.
Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos razonables a las decisiones de cualquiera.
Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.
Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o que no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.
La gente que lucha contra adversidades.
Me gusta la gente que busca soluciones.
Me gusta la gente que piensa y medita internamente. La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo social ni cómo lucen. La gente que no juzga ni deja que otros juzguen.
Me gusta la gente que tiene personalidad.
Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.
La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el respeto, la tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad, la fe, la felicidad, el tacto, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría, los sueños, el arrepentimiento y el amor para los demás y propio son cosas fundamentales para llamarse GENTE.
Con gente como ésa, me comprometo para lo que sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mí, me doy por bien retribuido.
Ojalá que todos podamos ser un poquito más así.
Buena tarde,
La gente que me gusta eres tú, que cultivas tus sueños, que los persigues y que te arriesgas, tu que siempre ofreces tu mano, tu apoyo y ayuda, tu que contagias tu energía y como dice mi tocayo solo por conocerte me doy por buen pagado.
Que increíble, es una buena línea para seguir y convertirse diariamente.