Mi pintura es para mostrar lo que el hombre hace en contra del hombre.
Guayasamín
Probablemente nunca hubiera ido a Quito, Ecuador, sino hubiera sido forzado por las circunstancias, primero a visitarlo y luego a permanecer dos semanas ahí. En marzo del 2021 hice un viaje con mi hija Mariana cuyo destino final eran las Islas Galápagos, esa especie de templo natural de los dioses endémicos, pero ya saben que si quieren provocar la risa del creador, sólo hay que contarle nuestros planes. Resulta que para llegar a las Islas se debe viajar forzozamente desde el Ecuador continental, así que llegamos a la capital para echar un par de días ahí y el día que viajaríamos a las Galápagos fuimos asaltados a mano armada al abordar el taxi afuera del hotel y nos quitaron, además de objetos con un valor sentimental irreparable, los pasaportes y la visa lo cual nos impidió viajar por lo que tuvimos que pasar los días planeados al sol de las Islas y nadando con las tortugas y los leones marinos, en trámites burocráticos en la embajada mexicana.
No sabía bien que hacer en la ciudad, así que acudí a un amigo Jesuita que había hecho un largo apostolado en estas tierras a que me recomendara lo que podía hacer por allá y resultó en un viaje bellísimo e inolvidable. Una vez dado el golpe al susto, visitamos los hermosos volcanes alrededor de la ciudad, el museo de sitio Intiñan en latitud 00¨00¨00, la reserva geobotánica de Pululahua, el museo ciudad “mitad del mundo” entre muchos otros. Quedaba solo un pendiente recomendado: el museo del hombre, de Oswaldo Guayasamín y vaya día que nos esperaba. Yo no conocía al pintor ni siquiera de nombre, mucho menos su obra y me quedé con una emoción que 3 años después aún perdura.
Guayasamín fue un pintor ecuatoriano nacido en Quito en el año 1919. Hijo de un padre indígena y una madre mestiza que muy pronto demostró habilidades artísticas fuera de lo común. Imagínense que a los 8 años vendía ya sus propios dibujos afuera de la escuela nacional de bellas artes a donde ingresa, pese a la resistencia de su padre, a los 14 años de edad y de donde saldría egresado como pintor y escultor con honores como el mejor de su generación. Apenas un año después hace una exposición individual que tiene un gran éxito y en donde el magnate estadounidense Nelson Rockefeller adquiere varias obras suyas y le invita a exponer en Nueva York.
Viajó por América Latina y en los encuentros que tuvo, uno de ellos sería fundamental, pues vio al “Miguel Angel” mexicano, el más grande de los muralistas y pintores de nuestra patria y si me apuran un poco, detrás de Picasso, del siglo XX: José Clemente Orozco y su obra lo influiría profunda y definitivamente a lo largo de su vida como se puede observar en sus dibujos y no es un comentario chovinista o patriotero, no, sino han tenido la oportunidad de ver con detalle la obra de Orozco se los recomiendo ampliamente, sobre todo visitar los frescos en la capilla del Hospicio Cabañas y la cúpula que, para muchos críticos del arte con los que coincido, se trata del mural más hermoso de América.
Pero volvamos a la obra de Guayasamín, que se distingue por un fuerte reclamo de las desigualdades sociales y el cese de la represión indígena a la que han sido sometidos los pueblos de América durante tantos años. Hay en sus lienzos siempre unas pinceladas de coraje y dolor que se transmiten al espectador y para ello dejo aquí una imagen que lo prueba y que me evita “más de mil palabras”, como reza el dicho.
En 1976 crea la fundación Guayasamín para donar ahí gran parte de su obra al pueblo ecuatoriano, así como piezas precolombinas que fue coleccionando a lo largo de su vida. Todo esto se encuentra en “La capilla del hombre”, lugar que sin duda debes visitar si pasas por la segunda capital más alta de América. Esta capilla monolítica tiene una magnífica arquitectura cuadrangular de 30 metros, ordenado en su diseño a partir del eje axial: “a mitad del mundo y a mitad del tiempo” y es de una belleza pletórica. A un lado del museo está la que fue su casa en vida que permite, mediante el registro en línea y el pago de $10 dólares americanos (hay que recordar que la economía ecuatoriana está dolarizada), una visita guiada que merece muchísimo la pena pues vamos desde su colección privada de arte en sus salones personales, hasta literalmente a su dormitorio y sus libros de lectura en su mesita de noche.
Durante su vida tuvo amistad con políticos y artistas destacados, lo que le llevó a tener alabanzas, envidias y críticas fuertes al respecto, como por ejemplo con su relación con Fidel Castro, el otrora líder de la revolución de los barbados en Cuba, con García Márquez, uno de los escasos premio Nobel de nuestra América Latina, no así del continente ya que los Estados Unidos, aunque usted no lo crea, es el segundo país con más número de escritores condecorados en el mundo.
También fue muy amigo de Salvador Allende, Mercedes Sosa, Paco de Lucía, Neftalí Reyes a quien el mundo conoció por su obra bajo el seudónimo de Pablo Neruda, de Francois Mitterrand el expresidente francés, a quien consideré siempre jocosamente como mi rival de amores ya que alguna ocasión afirmó estar platónicamente enamorado de Juliette Binoche, la mujer más hermosa que ha pisado la tierra. Era un gran anfitrión y un hombre generoso, recuerdan sus amigos sobre él.
Su técnica pictórica fue descrita por la crítica como de estilo expresionista y figurativo, caracterizado por el uso de colores escasos pero intensos y pinceladas enérgicas con una profunda carga emocional. Sus cuadros realmente conmueven, hay que estar parado frente a uno de ellos para confirmarlo, créanme que algo mágico hay en ellos que trasciende mi intento de explicarlo con la limitación del lenguaje.
Guayasamín fallece junto con el siglo, en 1999 en la ciudad de Edgar Allan Poe: Baltimore, pero su arte y su nombre apenas están naciendo en los ojos de quienes miran su obra y se reconocen en ella. Sus restos mortales descansan, en una olla de barro hecha por los indígenas locales, bajo la sombra de un pino que él mismo sembró en el jardín de su casa.
Anoche te leí y supe de la genialidad de Oswaldo Guayasamin, voz quechua que significa “ave blanca volando”, de su encuentro con José Clemente Orozco, al que llamas el Miguel Ángel mexicano.
Comentas que uno de sus grandes amigos fue Pablo Neruda a quien conoció gracias a Diego Rivera.
Neruda de Guayasamin dijo “pensemos antes de entrar en su pintura, porque no nos será fácil volver”.
Gracias Benito disfrute el leerte, como siempre.
Excelente relato como siempre Benoir.