No hay nadie menos afortunado que el hombre
A quien la adversidad olvida, pues no tiene
Oportunidad de ponerse a prueba.
Séneca
Hoy apenas termino un curso de filosofía al que entré para seguir aprendiendo del maestro argentino Christian Carman. El curso era sobre Séneca, en particular sobre sus 3 libros que lo han vuelto un estoico relevante y cuyas ideas han atravesado los mares del tiempo: Cartas a Lucilio, tratado de la ira y sobre la brevedad de la vida. Este último libro me ha tocado el corazón de nuevo y hay dos o tres ideas que quiero hoy traer a colación.
Decían los antiguos griegos que toda filosofía no es sino una preparación ante la muerte, el gran misterio, el pozo insondable donde arrojamos el miedo y éste al caer hace ondas, círculos expansivos que se abren como una flor al infinito. Estamos sujetos al gran misterio de la temporalidad, del pasar con los ojos y el corazón vendados por esta vida, dentro de este cuerpo que tiene solo cinco ventanas para observar el mundo, pero lo que hay por dentro, eso que sostiene la vida y que lleva al corazón a latir 80 veces por minuto, eso que en algún momento se irá, eso, es el gran misterio que nos puede llevar fácilmente a la locura o a la poesía.
Lucio Anneo Séneca, nace en Hispania en la ciudad de Córdoba en el año 4 AC, en el seno de una familia acomodada. Hijo de Marco, un reconocido orador y escritor, Séneca recibió desde muy joven la mejor de las educaciones posibles por lo que destacó rápidamente en la sociedad romana donde vivió desde muy joven. Fue senador y cónsul sufecto con los emperadores Calígula, Claudio y Nerón con quien tuvo mucha influencia y poder. Su habilidad retórica le trajo enemigos dentro del senado y fue acusado de adulterio y cuando asesinan a Agripina, madre de Nerón pero sobre todo la gran protectora de Séneca, decidió retirarse de la vida pública. Sin embargo la suerte lo alcanzaría, pues 3 años después es acusado de conjura contra Nerón y es obligado a suicidarse, de manera injusta, en un símil trágico con el gran Sócrates.
Séneca no murió rápido, de hecho en un inicio decidió darse muerte cortándose las venas. Su mujer quiso atravesar el Hades en la barca de Caronte junto con él pero Nerón mandó a que la salvaran. El filósofo estoico sin embargo no terminaba de desangrarse por lo que solicitó beber la cicuta, veneno que tampoco le arrebató la vida. Es entonces cuando decide meterse en una tina de agua caliente, para que la sangre terminara de correr y los vapores lo sedaran. Así, luego de muchas horas de agonía, muere finalmente este sabio filósofo a los 69 años de edad.
En su libro “sobre la brevedad de la vida”, Séneca dice que ésta, cuando realmente se aprovecha, no es corta como muchos poetas cantan, sino de tiempo justo e incluso larga. El gran problema, dice, es que perdemos mucho tiempo en cosas que no nos apasionan o que no van ad hoc a nuestros proyectos de vida. Cuando somos niños o estamos en la pubertad temprana el tiempo es inmenso, los días, las tardes, parecen extenderse en una secuencia de espejos infinitos como las que había en algunas ferias de pueblo. Conforme uno envejece, ese tiempo increíblemente largo, se achata y de pronto parece que ayer apenas fue navidad o nuestro cumpleaños. El tiempo o al menos su percepción es absolutamente interior, personal y relativa.
Séneca también dijo que no hay tiempos ni vientos favorables para quien no sabe a donde va. Y nada es más cierto que esto. Cuando encontramos o decidimos un sentido de vida, casi cualquier cosa que nos suceda, podemos acomodarla en torno o en pos de ella, pero estar a la deriva es dar palos ciegos a una piñata imaginaria. No podríamos distinguir si lo que pasa es para bien o para mal, si nos ayuda o no, si nos acerca o nos aleja de nosotros mismos.
La mayor riqueza es contentarse con poco, dice también el filósofo hispano y esto lo hemos aprendido más y mejor cada generación desde entonces hasta ahora. Un amigo querido me dijo un día que el amor y el dinero eran infinitos, infinito también sería entonces el tiempo necesario para saciar la sed de él. La mejor meta financiera que puede existir en la vida, es lograr justo que esa meta deje de moverse. A partir de ahí serás rico y tendrás lo más valioso que tiene el hombre, el tiempo, tu tiempo.
Aprender a vivir es entonces una de las enseñanzas principales de Séneca. Y no se puede aprender a hacerlo, si no somos plenamente conscientes de que la muerte acecha en algún rincón del tiempo con premeditación y alevosía. Por eso perderle el miedo es de hombres grandes.
Les comparto que me resultó imposible no estar recordando todo el tiempo del curso, a aquel largo poema que me aprendí de memoria alguna vez y que el capricho del tiempo no ha querido dejar ir: Tanatófila, de Amado Nervo. Y es que aquellas reflexiones del escritor y poeta nayarita son tan actuales como hace mas de un siglo en que se escribieron.
¿Quién no ha tenido un miedo terrible ante la muerte? ¿Quién no ha sido presa alguna vez de sudoraciones nocturnas ante el pensamiento cruel del final de la vida? Creo que con esa vara podríamos medirnos todos. Pero luego hay un paso, uno que no solo está reservado para los filósofos mayores o los poetas de largo aliento, sino para todos aquellos que podamos reconciliarnos y aceptar que de todo lo que hay de cierto en este mundo conocido, la brevedad de la vida y que hemos de morir irremisiblemente, son dos bastiones más.
En la parte final de ese enorme poema de Amado Nervo, termina diciendo que ese fantasma que lo hacía temblar, se fue transfigurando en casi una madre hasta que acabó por echarse como un niño en sus brazos. Y en su último párrafo dice: “Hoy, ella es la divina barquera en quien me fío; con ella nada temo, con ella, nada ansío. En su gran barca de ébano, llena de majestad, me embarcaré tranquilo, para la eternidad”. Así que, queridos amigos, muramos en paz.
Cuan relativo es el tiempo si cinco minutos bastan para soñar toda una vida (M.Benedetti), y como lo malgastamos y olvidamos que es el bien del que esta hecha la vida (B.Franklin).
Que difícil evitar la sensación de que el tiempo vuela; ese que fluye de manera constante e independiente, que es finito e irremplazable; del que pareciese que nunca tuvimos suficiente; ese que hace que el presente siempre sea el ayer.
Si, se debe aceptar “la brevedad de la vida” y su finitud; y sin embargo cuando consciente la afronto y pienso en mis más entrañables afectos, mi mayor y único deseo es ser el primero en partir, lo demás a estas alturas, es lo de menos.
Disfrute tu artículo. Gracias Benito.
Saludos
Querido Benito:
Como sabes, hay artículos que informan, otros que enseñan y algunos que abren un espacio donde el pensamiento se respira. Este texto tuyo pertenece, sin duda, a esa última categoría.
No es solo una reseña sobre Séneca (por cierto descubrí leyéndote que afrontó dos intentos de suicidio fallidos antes de que el tercero resultara definitivo) ni una reflexión suelta sobre la muerte. Es un tejido fino entre saber y sentir, donde conviven la filosofía antigua, el aprendizaje contemporáneo y una voz íntima que no teme mostrarse en su búsqueda.
Me conmovió tu elección de cerrar con Tanatófila, ese extenso poema de Amado Nervo que —me pregunto— ¿cuántas veces habrás recitado en silencio hasta que se volvió parte de ti? ¿Qué hilos invisibles unieron la figura estoica de Séneca, el curso de Christian Carman y ese poema aprendido de memoria? La respuesta no está explícita, pero está ahí para quien se detiene a mirar.
Este texto nos recuerda que la muerte no es solo final, sino medida; que vivir no es urgencia, sino ejercicio diario de sentido. La filosofía no debería quedarse en las bibliotecas ni en las aulas, sino tocar la piel del tiempo vivido. Es un entrenamiento cotidiano, una disciplina, una rutina, y al mismo tiempo un campo desconocido, un espacio de sorpresas… si uno decide dejarse sorprender.
Agradezco esta lectura no por sus certezas, sino por el modo en que sugiere. Porque detrás del saber compartido se percibe una humanidad que no pontifica, sino que ofrece. Y ese gesto, el de abrir la reflexión como quien abre una ventana, es, tal vez, lo más valioso que un autor puede dar.
Gracias x tu lectura de hoy!